Tras 42 años, Jesús González se jubila

Tras 42 años, Jesús González se jubila

Se jubila tras 42 años en el colegio

Jesús González del Val: “Los alumnos me han llegado a apodar Kempes”

(Entrevista de José Martí XIV)

Una conversación con Jesús González del Val siempre es estimulante. Después de 42 años en el colegio, este maestro de la vida con cuatro hijas y cinco nietos (por ahora) se jubila este curso tras trabajar los últimos cuatro en régimen de jubilación parcial, “cosa muy interesante por cierto” afirma.

A lo largo de tantos años ha impartido clase de casi todo, “menos de educación física, que quede claro”, puntualiza. Sigue manteniendo ese tono grave y pausado en el hablar, como pensando las palabras, que le llevó durante veinte años a ser La voz que sonaba por megafonía en las fiestas deportivas acompañado por marchas militares de fondo. “Me preparaba un poco las bromas para que la cosa no fuera tan oficial y soltar alguna que otra “paridilla”, confiesa pícaro.

La vida trata bien al Suso, con perdón. Se le ve en plena forma. El paso a mejor vida que supone la jubilación, dicho sea sin doble sentido,  piensa emplearlo –según nos dice- en “atender a los amigos, salir al campo, pasear en bici y, sobre todo, cultivar a fondo una de mis mejores aficiones: fomentar el trato con las personas cercanas y, si se dejan, las no tan cercanas también”.

No parece que para él hayan pasado los años pese a haber dado clase a unos cinco mil alumnos. Mantiene el mismo aspecto jovial y optimista de siempre: mente despejada y labio poblado. De hecho nunca se ha afeitado el bigote. Bueno sí, “unas tres o cuatro veces desde los 18 años pero siempre ha empezado a volver el mismo día que me lo cortaba por orden de mi mujer. Ante tales ordenes uno tiene que acatarlas y punto. Así es la vida”. Un sabio. Respecto a la cabeza, algunos alumnos le llegaron a apodar Kempes, obviamente no por la cabellera frondosa sino por el modo como corría la banda con el balón en los primeros partidos profesores-alumnos. “Como tenía una buena punta de velocidad, a los chavales les dio por llamarme Kempes que era el jugador de moda en aquella época”, confiesa.

Jesús guarda un recuerdo especial de la promoción que cogió en COU cuando entró en el colegio en el año 1975, la IV promoción. “Sigo manteniendo contacto con algunos de esos antiguos alumnos con los que me llevaba solamente cinco o seis años”. A pesar de eso, parece que los del resto de promociones no le molestamos. “Que va, todo lo contrario –salta raudo-, es una delicia poder tratar con ellos”. Y, para que no haya dudas, aclara: “eso de dar el esquinazo al toparme con algún antiguo alumno por la calle no va conmigo. Al contrario. Nos saludamos, nos ponemos al corriente y, como no lo puedo remediar, suelo regalarle un tríptico de la Virgen del Buen Navegar del Colegio que siempre llevo encima para estas ocasiones aconsejando que no se olviden de acudir a la Señora si es que, por casualidad, la hubieran olvidado o aparcado de sus vidas”.

Muchos antiguos alumnos recuerdan con cariño que, al salir del colegio, Jesús les regalaba una foto-postal aérea del cole dedicada por detrás. “Escribía siempre más o menos lo mismo: “Fulanito, no te olvides: Eucaristía, Santa Misa, Confesión y amor a Santa María”, explica.

¿Ha cambiado mucho el colegio?

Externamente mucho. Pero el fondo, el ideario llevado a cabo de una forma u otra, ni cambia ni debe cambiar, es como la seña de identidad. El colegio está para instruir académicamente y, a la vez, para fomentar los valores cristianos en los alumnos, especialmente el amor a Jesús y a la Santísima Virgen.

¿Por qué cree que es importante mantener algún tipo de vínculo o contacto de los antiguos alumnos con el colegio?

Sencillamente porque el colegio forma parte de tu vida misma.

¿Cuál es el secreto para ser un buen profesor y aguantar tantos en la docencia?

No sé si lo dices por mí…. si es así, gracias. Para estar tantos años al pie del cañón hace falta una elevada dosis de una virtud llamada paciencia y, como no, mucha gracia de Dios y buen humor. No digo más porque me daría para escribir un largo artículo.

¿De qué se siente más orgulloso y más decepcionado como profesor?

Cuando estás metido en el tubo pierdes un poco la perspectiva. Pero a medida que han pasado los años, con la calma que da ver la profesión desde el privilegiado otero de la jubilación parcial, una de las cosas que más me halagan es sentirte querido por los antiguos alumnos. Eso es lo más gratificante. Lo más decepcionante… daría para escribir otro artículo. Pero una de las cosas que más me cuestan es, en algunos momentos, la insensatez que lleva a algunos a actuar con mala educación. Eso se lima con el paso de los años y el correr de la vida.

Jesús termina la entrevista recitando a José María Pemán en su Divino impaciente: “Soy más amigo del viento, señora, que de la brisa… ¡hay que hacer el bien deprisa, que el mal no pierde momento!”. Y aprovecha para recordar, a modo de coletilla, que con frecuencia le invitan a reuniones de antiguas promociones del colegio que se juntan en torno a una mesa para recordar viejos tiempos. “Si me invitan me apunto, por supuesto”. jgdv1952@gmail.com’ Ahí queda eso.